Una pequeña introdución de Erica Jong, de su libro «Fear of Flying»:
«When I was sixteen and called myself a Fabian socialist, when I was sixteen and refused to pet with boys who liked Ike, when I was sixteen and cried into the Rubaiyat, when I was sixteen and cried into the sonnets of Edna St. Vincent Millay-I used to dream of a perfect man whose mind and body were equally fuckable. He had a face like Paul Newman and a voice like Dylan Thomas. He had a body like Michelangelo’s David (“with those rippling little marble muscles,” as I used to tell my best friend Pia Wittkin, whose favorite male statue was Discobolus; we were both avid students of art history). He had a mind like George Bernard Shaw (or, at least, what my sixteen-year-old mind conceived of as George Bernard Shaw’s mind). He loved Rachmaninoff’s Third Piano Concerto and Frank Sinatra’s “In the Wee Small Hours of the Morning” above all other mortal music.»
Un poco largo, pero este retrato que hizo Erica Jong de su hombre perfecto me impresionó cuando leí Fear Of Flying hace ya muchos años. El primer efecto que tuvo su lectura fue hacerme buscar por todas las tiendas de discos de Madrid la versión de «In the Wee Small Hours» cantada por Frank Sinatra, no todo era tan fácil por aquel entonces: ni emule ni piraterías similares. Discoplay, Melody (aquella pareja encantadora de hippies), El Corte Inglés, eran escenario de mis búsquedas interminables entre toneladas de vinilo. Lo encontré en Melody; el primer álbum concepto de Sinatra publicado en 1956 bajo el sello Capitol. Miro en Wikipedia y el productor era nada menos que Nelson Riddle el tipo que colaboró con Frankie durante años y de cuyo trabajo en común surgieron los mejores discos de Sinatra.
El tono triste y desgarrado de todo el LP parece que fue culpa de Ava Gardner y de su separación, si no recuerdo mal, por culpa de un torero. Esto la verdad es que no dice nada bueno de Ava: cambiar nada menos que a Frank por Luis Miguel Dominguín me parece un dislate.
Según Wikipedia el álbum fue catalogado por Rolling Stone como el número 100 en la lista de los mejores de la historia, entre un total de 500. Los autores de la canción fueron Bob Hilliard y David Mann y tuvieron gracias a su genialidad la fortuna de colocar su obra entre las más versionadas de la historia: Barbra Streisand, Johnny Hartman, Astrud Gilberto, Lou Rawls, Carly Simon, Art Blakey, Count Basie, Keith Jarrett, Andy Williams, Wes Montgomery, Ruby Braff, Jamie Cullum, John Mayer, Jamie Callum, Gerry Mulligan, Ben Webster & Oscar Peterson, Julie London, Madeleine Peyroux, Sting, Wes Montgomery. Mis favoritas (aparte Frank) son las de Barbra Streisand, Carly Simon y Madeleine Peyroux.
Dejo aquí un enlace con la versión de Barbra Streisand y la de Frank Sinatra. Erica Jong vuelve a hablar de esta canción en otro pasaje de su libro, en una terrible confesión sobre el fin de su matrimonio:
«But what was the use of these pathetic fantasies? My husband had stopped fucking me. He thought he was working hard enough as it was. I cried myself to sleep every night, or else went into the bathroom to masturbate after he fell asleep. I was twenty-one and a half years old and desperate. In retrospect, it all seems so simple. Why didn’t I find someone else? Why didn’t I have an affair or leave him or insist on some sort of sexual freedom arrangement? But I was a good girl of the fifties. I had grown up finger-fucking to Frank Sinatra’s In the Wee Small Hours of the Morning. I had never slept with any man but my husband.»
Desde entonces me gusta oír esta canción en las mañanas tristes para profundizar en el dolor de vivir; pero también en esas otras en las que te levantas, miras el cielo sobre el Estrecho de Gibraltar, el faro de Trafalgar sigue ahí, incólume y eres feliz. Y los planes son ir a tomar el aperitivo a casa de Alain Uceda a Vejer de la Frontera, a su Casa del Arco nada menos. Una Cruzcampo, Alain, bien fresquita que vamos para allá.
En Los Caños de Meca, a 20 de abril de 2011.